lunes, 23 de julio de 2012

La importancia del Fondo Monetario Internacional, una revisión del caso Strauss-Kahn


Muy pocas personas fuera de los círculos especializados, o que al menos posean  un conocimiento cualificado sobre los engranajes político-económicos que rigen nuestro sistema, han sabido el porqué del énfasis de los medios de comunicación en la azarosa vida del hasta ahora director general del FMI, que ahora cruza los infiernos del procedimiento penal abierto contra él en los tribunales de Nueva York. Dejando aparte los entresijos de dicho procedimiento, que son también interesantes en cuanto a la participación del muy mediático abogado defensor de Strauss-Khan,  ganador habitual de causas imposibles, hay que detenerse en la figura del acusado. ¿Quién es y por qué es tan importante su figura? Esta es la noticia. Y la respuesta es sencilla, ya que este gran desconocido para la mayoría es también una de las personas más poderosas del mundo: dirige el Fondo Monetario Internacional. La existencia de instituciones como el FMI es acorde al devenir político de nuestros tiempos. La representación parlamentaria clásica, la que rigió en los orígenes de la democracia, ha sido desplazada por una sustracción de dicha representación que ahora se sustentará en instituciones secundarias, las cuales, fuera del control del electorado, han sido dotadas de unas competencias de no poca relevancia, y que, aunque legitimadas de forma indirecta y por tanto plenamente legales, el ejercicio de esas competencias escapa por tanto a la responsabilidad política directa tal y como tradicionalmente se ha venido conociendo, provocando el cada vez más alarmante desapego del ciudadano hacia las instituciones, mientras que las decisiones de estos órganos, siendo muchas veces vinculantes, escapan al control al que por su parte si son sometidos los órganos y representantes elegidos de forma directa. El FMI sería por tanto uno de esos organismos internacionales a los que hacemos referencia, pero no el único. Uno de los casos más flagrantes, cuya promoción hasta los niveles locales y por tanto su plena aceptación es un objetivo constante, es el de la Unión Europea, cuya legitimidad popular está tan solo representada desde su última reforma en el Parlamento Europeo, y donde a mucha distancia del ciudadano de a pie quedan instituciones como el Consejo o la Comisión.
El FMI: Fue fundado, como tantas otras instituciones internacionales (La refundación de la OIT o las propias Naciones Unidas) en el contexto de la segunda guerra mundial,  debido en parte al anhelo de reconciliación e integración demandado por la sociedad civil tras la desolación de la contienda. Está compuesta por los 187 miembros que integran la ONU a excepción de Cuba, que la abandonó y de Kosovo, que es miembro sin serlo a la vez de la ONU, así como China, que fue expulsada o Ciudad del Vaticano. Dieciocho de estos miembros han firmado con reservas en alguna de las disposiciones que contiene el tratado constitutivo. El objeto de esta institución es controlar, o evitar si fuera posible, las sucesivas crisis de los sistemas monetarios, intentando dirigir a los países en la adopción de las políticas económicas a la vez que creando un fondo de financiación temporal. Entre sus objetivos también es posible encontrar la promoción de la cooperación internacional, siempre en el ámbito de sus competencias, así como una asesoría técnica a gobiernos y a bancos centrales en el desarrollo de la contabilidad pública.
Sin ser tan populares o llamativas como las atribuciones de otros organismos institucionales, hay que dejar claro que su nivel de influencia es enorme por cuanto su mediación puede dirigir en cierta medida toda la economía mundial, y a la cabeza, y he aquí el porqué de la relevancia de esta noticia, el ahora defenestrado y antes cuasi-todopoderoso Dominique Strauss-Kahn.

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