lunes, 23 de julio de 2012

La participación electoral en sistemas con tradición democrática democráticos vs. Nuevas democracias. El caso británico y español


1.      Introducción
Este trabajo es un estudio sobre la participación electoral en sistemas con tradición democrática y nuevas democracias. Centrado en el caso español y británico.
La hipótesis que planteamos es, que en una tradición democrática consolidada, el interés de la población a la hora de votar es mayor que en una nueva democracia.
Al escoger para realizar este trabajo Reino Unido y España, nos encontramos con dos modelos relativamente parecidos. Si bien es cierto que hay un número significante de diferencias, que no deben ser desatendidas, el punto de elementos comunes es también considerable. Entre las diferencias, el sistema electoral puede ser una de las claves a tener en cuenta. Mientras en España seguimos un sistema proporcional para la cámara baja (D´Hondt) y uno territorial con corrección por masa poblacional en la cámara alta, los ingleses usan un sistema mayoritario para la cámara de los comunes mientras que la cámara de los Lores ni siquiera está sometida a sufragio universal.
Encuadramos ambas como Monarquías Constitucionales, occidentales y pertenecientes a la Unión Europea, aunque debemos tener en cuenta que el sistema constitucional británico ni siquiera tiene una constitución como tal, y la relación con Europa es diferente entre ambos países.
Ambos sistemas tienen una minoría nacionalista entre su población, y tienen que lidiar con la cuestión territorial, Irlanda del Norte y Escocia en el caso Británico (Gales en menor media) y Euskadi y Cataluña (Galicia en menor medida) en el caso español. La relación de estos segmentos con su democracia puede ser un factor interesante de estudiar.
El origen de la democracia británica se remonta a la mitad del siglo XVII, y es a partir de esa fecha cuando se va reformando de forma lenta y progresiva hasta convertirse en un sistema democrático acorde a los parámetros que hoy en día son usados para entenderlo como tal.


El sistema español tiene interesantes precedentes en sus dos Repúblicas, (siendo la segunda durante un corto periodo de tiempo garante del sufragio universal, condición necesaria para entender un sistema como democrático) y un confuso sistema parlamentario bajo el reinado de los dos últimos Alfonsos. Explotando definitivamente el sistema constitucional  con la Constitución del 78.
El estudio se hará comparando ambos países con las variables cronológicamente correspondientes, bien es cierto que puede ser necesario usar más de un periodo electoral para que el estudio sea concluyendo, pudiendo evitar así distorsiones ocasionales propias del estudio de un solo caso, he intentado aislar los elementos excepcionales que puedan provocar una variación considerable de la tendencia de participación habituales de ambos países.
Analizaremos la abstención en España y en Reino Unido. Nos fijaremos en los porcentajes desde la primera elección a las Cortes Generales Españolas, comparándolas con la más reciente en esa época del Reino Unido. Para ello veremos si los años de democracia en los dos países han alterado el interés de los votantes y si ha provocado abstención.
Por tanto, nuestra estrategia de investigación será sincrónica, pues observaremos las elecciones de los dos países en tiempo similares. Será, por tanto, en un momento dado desde que España se convierte en una democracia constitucional.

  1. Desarrollo del trabajo
A.    Trayectoria histórica
Al hablar de la trayectoria democrática más reciente de España y Reino Unido, tenemos que remitirnos en el caso español, al periodo denominado como transición, en el que tras la muerte de Franco, se produjo un cambio político y social, mediante el cual España pasó a ser un país democrático. Una vez terminado este proceso, los socialdemócratas fueron los elegidos en las elecciones de 1982 para arreglar los problemas del país. Paralelamente a esos años, en Reino Unido, tras estar inmenso en una crisis económica y social, una mujer, Margaret Thatcher, fue elegida Primer Ministro, llevando el conservadurismo por bandera para tratar de solventar los problemas que sufría el país.
Por lo tanto la Transición Española es el periodo histórico en el que se da el proceso por el que España deja atrás el régimen dictatorial del general Francisco Franco, pasando a regirse por una Constitución que consagraba un Estado social, democrático y de Derecho.
Respecto a la duración exacta de la transición, algunos la enmarcan dentro del periodo comprendido entre la proclamación de Juan Carlos I de Borbón como rey de España el 22 de noviembre de 1975 y la entrada en vigor de la Constitución, el 29 de diciembre de 1978. Otros muchos la sitúan entre dos fechas clave: el 20 de noviembre de 1975, cuando fallece el dictador Francisco Franco; y el 28 de octubre de 1982, año en que deja de gobernar la UCD, partido que promovió el cambio de régimen político y la aprobación de la Constitución del 78, en cuya elaboración participó con tres de los siete ponentes que se encargaron de la redacción del texto.
Con la muerte del General Franco, el 20 de noviembre de 1975, el denominado Consejo de Regencia asumió, de forma transitoria, las funciones de la Jefatura del Estado hasta el 22 de noviembre, fecha en la que es proclamado rey ante las Cortes y el Consejo del Reino, Juan Carlos I de Borbón.


El rey confirmó en su puesto al Presidente del Gobierno del régimen franquista, Arias Navarro. No obstante, pronto se manifestaría la dificultad de llevar a cabo reformas políticas bajo su Gobierno, lo que produciría un distanciamiento cada vez mayor entre Arias Navarro y Juan Carlos I. Finalmente el Presidente del Gobierno presentó su dimisión al rey el día 1 de julio de 1976.
Arias Navarro sería relevado en la Presidencia del Gobierno por Adolfo Suárez, quien se encargaría de entablar las conversaciones con los principales líderes de los diferentes partidos políticos y fuerzas sociales, más o menos legales o toleradas, de cara a instaurar un régimen democrático en España.
El camino utilizado fue la elaboración de una nueva Ley Fundamental, la octava, la Ley para la Reforma Política que, no sin tensiones, fue finalmente aprobada por las Cortes y sometida a referéndum el día 15 de diciembre de 1976. Como consecuencia de su aprobación por el pueblo español, esta ley se promulgó el 4 de enero de 1977. Esta norma contenía la derogación tácita del sistema político franquista en sólo cinco artículos y una convocatoria de elecciones democráticas.
Estas elecciones se celebraron finalmente el día 15 de junio de 1977. Eran las primeras elecciones democráticas desde la guerra civil. Unión de Centro Democrático es el partido más votado aunque no alcanza la mayoría absoluta y es el partido encargado de formar gobierno. A partir de ese momento comienza el proceso de construcción de la democracia en España y de la redacción de una nueva Constitución.
El 6 de diciembre de 1978 se aprobó en referéndum la Constitución Española, entrando en vigor el 29 de diciembre.
A principios de 1981 dimite Adolfo Suárez debido al distanciamiento con el Rey y a las presiones internas de su partido. Durante la celebración de la votación en el Congreso de los Diputados para elegir como sucesor a Leopoldo Calvo-Sotelo se produce el golpe de Estado, conocido como 23-F, que fracasará.
Las tensiones internas de la UCD provocarían su desintegración a lo largo de 1981 y 1982. El segmento democristiano terminaría integrándose con Alianza Popular, pasando así a ocupar la franja de centro-derecha. Por otro lado, los miembros más cercanos a la socialdemocracia se unirían a las filas del PSOE.
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) sucedió a la UCD tras obtener mayoría absoluta en las elecciones generales del 82, ocupando 202 de los 350 escaños, y comenzando así la II Legislatura de España. Por primera vez desde las elecciones generales de 1936, un partido considerado de izquierdas o progresista iba a formar gobierno.
Mientras en España sucedía esto, en Reino Unido la crisis del petróleo dibujaba un clima desesperanzador en el plano económico, con la inflación por las nubes, al mismo tiempo que las cuestiones territoriales pasaban por momentos complicados, creando un clima de tensión (hablamos de Irlanda del Norte). Fue también en estos años donde Reino Unido entro en guerra con Argentina en la conocida como Guerra de las Malvinas. Y para solucionar todos estos problemas de los que adolecía Reino Unido,  por primera vez en su historia, una mujer llegaba a ser Primer Ministro. Hablamos de Margaret Thatcher.
Thatcher se convirtió en la primera mujer en ser Primer Ministro el 4 de mayo de 1979, con un mandato para invertir el declive económico del Reino Unido y reducir el papel del estado en la economía. Trabajó para manejar el declive económico del Reino Unido, y quería que el país se afirmase en un nivel más alto de influencia y liderazgo en relaciones internacionales. Fue una compañera filosófica de Ronald Reagan, elegido en 1980 en los Estados Unidos. Parecía durante bastante tiempo que el conservadurismo podría ser la filosofía dominante en la mayoría de los países de habla inglesa en ese momento.
Durante su mandato, la filosofía política y económica consistía en la reducida intervención del Estado, el libre mercado, y el espíritu empresarial. Se comprometió a poner fin a lo que para ella era una excesiva injerencia gubernamental en la economía, y lo hizo a nivel nacional a través de la privatización de empresas públicas. Comenzó su reforma económica mediante el incremento de los tipos de interés para desacelerar el crecimiento de la oferta monetaria y, por tanto, reducir la inflación.  De acuerdo con su intervención, el estado presentó recortes presupuestarios y la reducción de los gastos en servicios sociales como la sanidad, la educación y la vivienda. También puso límites en la impresión de dinero y restricciones a los sindicatos.

El gobierno conservador bajó los impuestos directos sobre la renta en medio de una recesión en 1981, pero aumentaron los impuestos indirectos. En enero de 1982, la tasa de inflación había descendido al 8,6% de las anteriores máximos de 18%, y las tasas de interés cayeron.
En 1983, el crecimiento económico general fue más fuerte y la inflación y las tasas hipotecarias se encontraron en su nivel más bajo desde 1970, aunque la producción industrial había disminuido un 30% entre 1978 y el desempleo alcanzó una cifra de 3,6 millones. El término "thatcherismo" se acuñó a sus políticas, así como a los aspectos éticos de su perspectiva y su estilo personal, incluyendo el absolutismo moral, el nacionalismo patriótico y el interés por el individuo
Por otro lado, en 1981, un número de prisioneros del IRA y la Armada de Liberación Nacional irlandesa en la prisión Maze de Irlanda del Norte, empezaron una huelga de hambre para recobrar el estatus de presos políticos, el cual les fue revocado cinco años antes bajo el gobierno laborista precedente.
El gobierno británico al principio rechazó con contundencia devolver el estatus político a los prisioneros republicanos. Sin embargo, después de que nueve hombres más murieron de hambre y la huelga finalizara, y frente al creciente enfado en ambas partes de la frontera y un malestar civil generalizado, algunos derechos relacionados al estatus político fueron restablecidos a los prisioneros paramilitares.
Durante estos años, se continuó la política de «ulsterlización» del anterior gobierno laborista creyendo que el unionismo de Irlanda del Norte debería estar en la vanguardia para combatir el republicanismo irlandés.
El 2 de abril de 1982, la junta militar en el poder en Argentina dio la orden para invadir las Islas Falkland y Georgias del Sur, un territorio británico de ultramar que Argentina venía reclamando desde 1810. Al día siguiente, Reino Unido envió una fuerza de tarea naval para reconquistar las islas y deportar a los invasores. El conflicto se intensificó a partir de ese momento. Argentina se entregó el 14 de junio y la operación se consideró un éxito para los británicos, a pesar de que 258 británicos habían perdido la vida. El efecto de la guerra dio lugar a una ola de entusiasmo patriótico y de apoyo para el gobierno de Thatcher.
Por lo tanto, podemos ver que en esos años, mientras en España se producía una transición de un régimen dictatorial a una democracia, con la instauración de instituciones nuevas, con un nuevo clima social esperanzador por la adquisición de derechos sociales, y donde por fin sus ciudadanos podían sentirse libres, en Reino Unido, una democracia de siglos de antigüedad, consolidad, los problemas de su sociedad de centraban en salir de la grave crisis economía, además del problema irlandés, lo que provocó el advenimiento de un gobierno conservador al que se le confió solucionar todo esto. Posteriormente con la victoria en la Guerra de las Malvinas, éste salió reforzado, volviendo a ganar las siguientes elecciones, mientras en España se impuso en 1982 un gobierno progresista y de izquierdas.

B.     Sistemas Electorales

 En el caso británico solo hay una única cámara sometida a sufragio. Esta cámara está dividida en  646 circunscripciones (revisadas según la población por una comisión cada 8 o 12 años) en 1974 y 1979 la división era de 635, y en 1983 de 650 (proporciones detalladas en el epígrafe de peculiaridades territoriales).
Actualmente la división es:
18 en irlanda del norte
59 en escocia
40 en País de Gales
529 en Inglaterra
Las características del sistema electoral británico son:
-                     Sistema mayoritario, un solo ganador por distrito, el cual se lo lleva todo (winner takes all) esto premia a los partidos mayoritarios que se presentan a nivel estatal y da cierta representación a los nacionalistas que se hacen fuertes en sus feudos
-                     Una sola vuelta
-                     Elecciones cada 4 años en la praxis, aunque legalmente se establece un periodo de 5 años
-                     Sufragio universal desde 1928 (mayores de 21), reducido a 18 en 1969


Por tanto, como consecuencias hallamos:

-                     Gobiernos monocolor, dotados de gran estabilidad, alternancia bipartidista entre conservadores y laboristas con (y casi sin excepción) cómodas mayorías absolutas, históricamente la alternancia se producía entre liberales y conservadores

-                     Desfase mayúsculo entre porcentaje de votos y porcentaje de escaños
-                     Posible desincentivación del voto:

Se debate políticamente si la falta de competencia real hace que los votantes no afines a conservadores o laboristas tienen posibilidad de encontrar su espacio electoral (lo que ha venido actualmente a corregir el partido liberal aglutinando a desencantados de ambos partidos)

El diseño del sistema electoral español, gravita en torno a un Congreso de los Diputado, de tamaño reducido, cuya estructura se basa en un doble criterio fijado tanto en la CE de 1978, como en la LOREG:
1)                 La atribución de un mínimo inicial de dos escaños  por distrito.
2)                 Reparto  del resto en proporción a la población respectiva.
Este doble criterio, ha dado lugar a unas circunscripciones cuyo promedio de tamaño es reducido: 6,7 escaños, justo en el límite mínimo imprescindible para que la fórmula electoral  deje de tener efectos irremediablemente mayoritarios.

La adopción de la fórmula electoral D´Hont para el reparto de  los escaños tiene unos efectos limitados. Pese a pertenecer a la familia de las fórmulas proporcionales, la reducida magnitud de los distritos  favorece el desarrollo de sesgos mayoritarios (Lijphart, 1986; Taagepera y Laakso, 1980). De hecho, la traducción de votos en escaños  y su posterior asignación a los partidos resulta completamente proporcional sólo en las circunscripciones de Madrid y Barcelona; en buena parte de las restantes es, con algunos matices, de carácter mayoritario. Su aplicación  favorece, así, a los partidos más grandes; castiga sin representación, o la dificulta notablemente, a los pequeños partidos de apoyos electorales dispersos por todo el ámbito  estatal, y es ajustada para los partidos  regionalistas o nacionalistas (Montero y Gunther, 1994). Ello ha ocasionado  que la dimensión de la barrera legal, fijada en el 3% del voto válido en el nivel de la circunscripción, carezca de  virtualidad: en la práctica, los escaños  se reparten  generalmente entre los dos primeros partidos, por lo que quedan sin representación  muchos partidos que superan con creces esa barrera. En cambio, ha tenido mucha mayor importancia la barrera efectiva que el sistema establece de facto para entrar a participar en el reparto de escaños: alcanza el 10,2%, sólo superada, entre los países  occidentales, por la de Irlanda (Lijphart, 1995, 59 y 72).
Los datos relativos a la desproporcionalidad subrayan con más intensidad las peculiaridades de las diversas dimensiones del sistema electoral español. Todos los sistemas electorales dan lugar a efectos desproporcionales; la cuestión es, por lo tanto, de grado. En el caso español, la combinación de numerosos distritos de magnitud reducida o media, la aplicación de la fórmula D´Hont  provoca unos sesgos desproporcionales no muy distantes de los que se observan  en los países que cuentan con un sistema mayoritario.

C.    Peculiaridades territoriales

Para realizar esta comparación distinguimos el caso español del británico en dos marcos diferenciados.

·         España
El presidente del gobierno tiene un lugar prevalente en el sistema constitucional español. En él se concentran las funciones de creación y cese del gobierno, de mando en las deliberaciones del ejecutivo, de disolución de las cámaras o de proposición de una moción de confianza. Pero no es sólo una preeminencia normativa. El sistema de partidos español y la práctica política desde 1978 han convertido al presidente del gobierno en máximo dirigente del aparato político de su partido y jefe de la mayoría parlamentaria. Se produce así un reforzamiento mutuo del liderazgo político y de la figura del presidente del gobierno, que se establece como el órgano clave en la orientación y dirección política del Estado.  Se convierte en el máximo líder político del país. (Alvarez, J.; Pascual,E. 2002: 267)
Elecciones generales 1977-1982
En las elecciones de 1977, el porcentaje del número de votantes fue un 78’83% y la abstención en estos comicios fue del 21’17%.  Son dos los objetivos principales de las Cortes recién elegidas: dar una solución a la dramática situación económica y social del país y elaborar una Constitución que formalice la renovada situación democrática.
En las elecciones de 1979, el porcentaje de número de votantes  fue de un 68’76% y la abstención de un 31’24%. La abstención de 1979 es una de las más altas de la historia de la democracia española, pero no existen matrices suficientes de explotación estadística para explicar la abstención para las dos primeras elecciones democráticas.
En las elecciones de 1982, el porcentaje de número de votantes es de un 79’97 %y  la abstención baja hasta un 20’03%.
De las elecciones de 1982 se ha dicho que marcaron un hito en la historia electoral de Europa. La abstención disminuyo en trece puntos. El mapa electoral y parlamentario resultó completamente trastocado. Cambió sustancialmente el equilibrio existente hasta entonces entre los bloques de derechas e izquierdas.
Los resultados electorales de 1982 introdujeron una triple inyección de legitimidad, autonomía y eficiencia, ensanchando las posibilidades de consolidación del nuevo régimen. (Sanatamaría. J. 1984: 7)
La mayor participación coincide con aquellas elecciones generales donde el clima político español induce a una mayor incertidumbre sobre los resultados finales (1977 y 1982)
Debemos tener en cuenta que después de la muerte de Francisco Franco el sistema de partidos que surgió en España parecía gozar de cierta estabilidad en el curso de las dos primeras elecciones democráticas. En 1977 y en 1979 los votos se concentran en cuatro partidos: Unión de Centro Democrático (UCD), Partido Comunista Español, Partido Socialista Obrero Español y Alianza Popular. En 1982, el partido del gobierno, UCD sufrió la mayor catástrofe electoral acontecida jamás a cualquier partido en Europa occidental, pues su porcentaje en el número total de votos descendía del 35 al 7 por 100.

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